Resistencia y amparo. Vulnerabilidad en la filosofía de la proximidad de Josep Maria Esquirol
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesEl artículo se aproxima a la vulnerabilidad en la filosofía de la proximidad de Josep Maria Esquirol. Muestra cómo, además de constituir lo más humano de lo humano, la vulnerabilidad es orientación de la acción y del pensamiento y sentido hondo de la vida. La primera parte atiende las experiencias previas y fundamentales de pasión y afección, que cristalizan en lo que Esquirol denomina repliegue del sentir y herida infinita. La segunda explora la responsabilidad que inevitablemente deriva de la vulnerabilidad, que se concreta en la curvatura poiética: aquellas acciones y pensamientos que acompañan y hacen bien. La tercera parte examina cómo esa vulnerabilidad, específicamente humana, es juntura de cuerpo y alma. La cuarta y última parte observa la proximidad entre mirada médica y mirada filosófica como cuidado de sí y atención a la vulnerabilidad.

			Josep Maria Esquirol (Mediona, 1963) propone una filosofía de la proximidad, eminentemente concreta, que es cuidado de sí junto con las otras y en el mundo. En su obra, la pregunta por la técnica se ha ido articulando con la antropología filosófica; algo que, como él reconocía, no era casual -resulta, de hecho, casi esperable-: al fin y al cabo, pensar la técnica exige pensar lo humano y su sentido más hondo.

			

				

				

					
Esa filosofía de la proximidad, que apareció como tal en
En el comienzo, Esquirol pone un plato caliente sobre la mesa.

			

				

				Esquirol,
Humanidad esencialmente vulnerable porque, de partida y en la intemperie, nos pasan cosas que nos afectan. La secuencia es como sigue, sin linealidad ni causalidad ni temporalidad: todo al mismo tiempo, cada vez más intenso y más profundo. Pasión esencial que genera una reflexividad involuntaria del sentir -repliegue del sentir-. Afección, a la vez generada por y generadora de pasión, inabarcable y excesiva -herida infinita-. Respuesta que es responsabilidad, resistencia y amparo, orientación de la vida -curvatura poiética-.

		Este artículo se acerca a la vulnerabilidad en el pensamiento de Esquirol, atendiendo cuatro asuntos. Primero, que la vulnerabilidad es, antes que nada, pasión y afección, alteridad y apertura. Segundo, que así entendida deviene sentido profundo de la acción y de la vida. Tercero, que es esencia de lo humano y juntura de alma y cuerpo. Y cuarto, que constituye el núcleo de esa filosofía que Esquirol ha dado a llamar de la proximidad y acerca mirada filosófica y mirada médica.

		Hannah Arendt, en el camino que la llevaría a distinguir entre las tres actividades humanas que componen la
Pero para ella
Claro está que, según la tradición occidental de pensamiento, la fortuna está del lado de quien hace, no de quien padece. Quien actúa, puede, y quien no puede nada, padece. Poder como dominio y habilidad, paradigma de lo que es el ser humano; padecimiento de quien está a merced de los poderes de otros. Esto es, exaltación de ciertas concepciones de poder, autonomía e independencia en una tradición con serias dificultades para aprehender la dependencia mutua y el cuidado, como ha puesto sobre la mesa el pensamiento feminista contemporáneo.

			En el diccionario, pasión
Esquirol tiene un lazo estrecho, cuasi de amistad, con Emmanuel Lévinas -con quien reconoce tener una deuda impagable-.

			

				

				

					
En la aproximación de Esquirol a la vulnerabilidad, el impacto de Lévinas se resume en dos experiencias fundamentales: alteridad y pasividad. Alteridad irreductible que impide cualquier pretensión de totalidad, que nos atraviesa y nos constituye, y que se concreta en el rostro del otro. Pasividad que es condición de posibilidad de la acción y que es sinónimo de afectabilidad y sensibilidad. En tanto afectada por el otro, me encuentro pasivamente en la obligación de responderle; su rostro, descubierto y vulnerable, me hace responsable. Por lo tanto, vulnerabilidad que es sensibilidad y apertura ante el misterio y la afección del otro. Pasividad como disposición a recibir y hacer propio el padecimiento del otro, como capacidad de darse entera e infinitamente al otro. Afección constitutiva del vínculo.

			Explica Esquirol que para Paul Ricœur -otra presencia constante en su pensamiento- la alteridad es la 'categoría teórica que corresponde a las experiencias radicales de pasividad (de afección)'.

			

				

				Esquirol,
Pasión y afección que generan el repliegue del sentir y la herida infinita, esencia de lo humano. Repliegue del sentir como experiencia concreta y esencialmente pasiva;
En este sentido, Esquirol cita una afirmación de Lévinas que supone un hilo del que tirar: 'La subjetividad del sujeto es la vulnerabilidad, la exposición a la afección, sensibilidad, pasividad más pasiva que cualquier pasividad'.

			

				

				Emmanuel Lévinas,
Primero, entonces, y, antes que nada, quien es vulnerable es un sujeto:
El nombre, defiende Esquirol, indica 'algo tan precioso que, por si acaso, tiene que haber uno secreto. Uno secreto que, en situación extrema, pueda hacernos de último refugio y salvarnos de toda
Como la filosofía de la proximidad de Esquirol es esencialmente concreta,

			

				

				Esa concreción es deliberada. Esquirol parte de lo situado y específico: 'la finitud tiene que ver con la concreción y la experiencia de situaciones siempre singulares. La técnica, en cambio, participa de procesos de abstracción. Y no habiendo problema alguno inherente a la abstracción considerada en sí misma, sí lo hay cuando la abstracción se absolutiza y pierde la conexión con su punto de partida' (en Esquirol, Los filósofos contemporáneos y la técnica, 198). En La penúltima bondad, bajo el subtítulo 'Sencillez y profundidad', Esquirol escribe sobre la definición del adjetivo verde en el Diccionario de la lengua española de la RAE: 'La primera acepción dice así: 'de color semejante al de la hierba fresca'. Y no es ninguna metáfora. Casi nadie se la esperaba, cuando, sin embargo, es la definición más sencilla, la más evidente y la más esencial. […] Cualquier definición 'científica' será secundaria respecto a la primera aproximación experiencial al mundo de la vida' (en Esquirol, La penúltima bondad, 17).

			37 el nombre deviene símbolo del otro concreto: quien nos interpela no es cualquiera, sino alguien que tiene un nombre. De hecho, un rostro con un nombre es lo más concreto; la verdad de la vida, afirma Esquirol, tiene que ver con aquello que sucede y con los rostros que tienen nombre.

			

				

				Esquirol,
Segundo, pasividad excepcional que, en el pensamiento de Esquirol, se articula con sensibilidad y apertura y se concreta en el repliegue del sentir. Repliegue del sentir es reflexividad involuntaria: siento que vivo, siento que siento; no solo siento frío, dice Esquirol, también siento que siento frío

			

				

				Esquirol,
Somos repliegue y a la vez nos encontramos en él. Pasiva y claramente sentimos lo que sentimos. Siempre a la luz intermedia de la que Esquirol es partidario,

			

				

				Esquirol busca la juntura, la articulación. No la polarización ni la yuxtaposición, sino el hilvanado de los antagonismos y los límites capaz de generar. No se ve bien ni en la deslumbrante luz de un mediodía de verano ni en la oscuridad de una noche encapotada; se ve mejor en la tibia claridad del alba o en la suave penumbra del anochecer. 'La luz excesiva se lo traga todo, al igual que la oscuridad. Hay muy poca diferencia entre el blanco y el negro. Sendos dominios son insufribles' (en Esquirol,
Y tercero: sensibilidad y pasividad más pasiva que toda pasividad redundan en más exposición a la afección, más apertura. El otro tiene un rostro y un nombre, y de aquí surge inevitablemente una relación: el otro se hace presente y no puedo más que responderle -el rostro viene hacia mí y yo le llamo por su nombre. La presencia del otro es la primera apertura, la primera afección: la herida infinita, profunda y abierta, en la que descansa 'la singular excelencia de lo humano'.

			

				

				Esquirol,
Repliegue y herida se dan a la vez y se intensifican y profundizan recíprocamente. En el momento en que pasividad y sensibilidad ya no pueden ganar más altura, se pliegan sobre sí mismas y originan simultáneamente el repliegue del sentir y la herida infinita. El cambio es cualitativo: la intensificación de la pasividad y la mayor altura -profundidad- del repliegue no generan más capacidad de sentir, sino 'más vulnerabilidad y más capacidad de recibir y ser herido'.

			

				

				Esquirol,
En
Es remarcable que Esquirol opte por el término
Del mismo modo que la afección se hace herida, Esquirol matiza también sus dimensiones. En
Así pues, cuatro cortes que se cruzan y que son, de hecho, experiencias que nos transforman en lo más hondo; no en vano la definición de
Conforme la herida se va recibiendo -
Esa respuesta es acompañamiento generador y generoso, nada más -y nada menos- que cuidado del alma. 'A la
Nos encontramos sintiendo,
Así pues, acción que es respuesta a aquello que nos pasa y que, por tanto, nos afecta. Pasión y afección, vulnerabilidad; después, respuesta, que es responsabilidad antes que poder. Responsable viene del latín medieval
Así, la pregunta por la vulnerabilidad deviene, en Esquirol, pregunta por el sentido. Lo más humano de lo humano no son solo el repliegue del sentir y la herida infinita; también -puede que sobre todo- el cuidado de la herida.

			

				

				
A aquella acción humana que se curva ante la gravedad de la herida infinita, que la atiende y la cuida, Esquirol la denomina curvatura poiética. Porque la herida es grave, determina la acción. De hecho, la vida sería banal sin esa gravedad que deviene 'fundamento de nuestra vida: condición de posibilidad y sentido de la acción'.

			

				

				
Es poiético, pues, todo aquello que se curva sobre la herida infinita. Resulta claro que la
Esa aproximación a lo poiético le permite afirmar que 'debido a que estoy herido tengo mucho trabajo que hacer'.

			

				

				Esquirol,
La intemperie es condición de posibilidad del sentido de la vida. Y éste radica en resistir y amparar, actos de respuesta a la vulnerabilidad misma. En el desierto, el sentido es la responsabilidad de resistir la disgregación y amparar lo humano -mantener y cobijar la vulnerabilidad:

			La condición del significado es la intemperie, y el significado mismo, el movimiento de amparar la vida de las personas. La intemperie y la disgregación de las afueras llevan a la resistencia y al amparo, pero he aquí que ambas no buscan preservar un tesoro incólume, sino cuidar la vulnerabilidad del ser humano, que es, además, presencia generadora. Se ampara la vulnerabilidad por ella misma, pero también se resiste con vistas a la generación y a la generosidad.

			

				

				Esquirol,
La resistencia de Esquirol es el cuidado de sí atravesado por el otro: cuidado de sí y cuidado del otro, cuidado de sí con el otro. La experiencia del sí mismo, afirma, es 'experiencia de la intemperie propia y solicitud por la vulnerabilidad del prójimo'.

			

				

				Esquirol,
Resistir para Esquirol se aviene con el no ceder de Jan Patočka, otro interlocutor habitual suyo. No ceder, explica Esquirol, 'no significa ni confesar el absurdo ni creerse ya a salvo […]; más bien al contrario, significa asumir la intemperie y la problematicidad'.

			

				

				
Resistencia que tiene una vertiente claramente ética, de relación con el otro concreto -que incluso puedo ser yo misma- y que representa también la dimensión más explícitamente política de Esquirol, que se aviene con solidaridad y fraternidad y aúna responsabilidad y esperanza, frente al nihilismo y el absurdo. Tanto es así que la revolución, dice Esquirol, solo puede ser la de la generosidad y la fraternidad, y pasa por 'la solidaridad en la intemperie. Por comprender que lo que nos junta es la desnudez de las afueras -la intemperie-, el horizonte del medio palmo y, también, la alteridad que afecta radicalmente la vida'.

			

				

				Esquirol,
Y como nadie se sostiene solo, el cuidado de la herida -propia y ajena- es también amparo. Es notable aquí que, en su defensa del desierto como metáfora de la condición humana, su primer argumento sea que el 'amparo sólo tiene sentido en el desierto'.

			

				

				
Hay cercanía entre hacer las cosas bien y hacer bien -ni siquiera hace falta subrayar
Ante todo, pues, la filosofía de la proximidad es una propuesta ética, de orientación de la acción radicalmente atravesada por el otro. En un entorno acelerado y tecnocientífico, confiar en el sentido de lo humano, de lo más humano de lo humano que son esa pasión y esa afección originarias; y responderles, confiando también en la existencia de bien y comprometiéndose con la bondad, con la vocación humana para el bien. Responsabilidad -que es amparo y resistencia- como respuesta y como sentido, como la más honda expresión de lo humano.

		Si el plato del inicio calienta el cuerpo y el alma es porque Esquirol busca la juntura. No somos vulnerables solo porque seamos un cuerpo que puede herirse, enfermar, pasar hambre y sed, calamidades e injusticias -que también-; somos vulnerables en tanto seres humanos.

			El símbolo hace pensar, afirmaba Ricœur y a Esquirol le gusta recordar. En este sentido, dos órganos devienen paradigmáticos en la vulnerabilidad de Esquirol: la sensibilidad encarnada en el corazón y la piel. El corazón es el núcleo del ser humano, ahí donde habita el alma, 'símbolo de la sensibilidad y, por eso mismo, la quintaesencia de lo humano'.

			

				

				
Por otro lado, la piel fina torna la sensibilidad en tacto. No en vano proximidad es para Lévinas relación ética, sensibilidad y tacto.

			

				

				Esquirol,
Aunque la sensibilidad extrema de piel y corazón encarne la vulnerabilidad, ésta no se limita a lo corporal. En tanto cuerpo, claro está que podemos herirnos y enfermar y necesitamos cuidados. Asimismo, el roce de la muerte viene determinado por ser cuerpo y, por lo tanto, mortal. Pero casi tan grave como la certeza de la propia muerte es la afección ante la muerte de otro: el dolor que deja su ausencia profundiza la herida y agrava la provisionalidad de quien se queda.

			Pasión y afección iniciales, radicales e infinitas que originan el repliegue y la herida en la que se halla lo más humano de lo humano. La vulnerabilidad es afección pasiva, condición humana esencial que da lugar a lo que nos es más propio, más profundo. Intensificación del repliegue y profundización de la herida que requieren más cuidado, más amparo, más resistencia. La herida infinita llega a lo más hondo de una misma, hasta un centro que no existía: 'el centro que soy yo mismo'.

			

				

				
Así pues, repliegue del sentir y herida infinita convergen y crean el centro del centro. El alma, pasivamente creada, afectada en lo más hondo, constituye el núcleo más íntimo y nos entrega también pasivamente. Esquirol cita a Platónov para decir que el alma es 'la capacidad de sentir y sufrir y, por eso mismo, de pensar y de luchar'.

			

				

				Andréi Platónov
Lo más humano de lo humano nace con la herida y el repliegue, con 'la afección, al estar 'tocado' por el misterio de la vida, por las experiencias del yo, del tú y del mundo. Por lo que no hay ontología sin pasión'.

			

				

				Esquirol,
Dos incisos antes de terminar este apartado. El primero: que la vulnerabilidad sea esencia de lo humano no significa, ni mucho menos, que Esquirol se desentienda de aquello que pueda agudizarla y arrojarla a ciertas personas o colectivos a una intemperie aún más cruda. Muy al contrario, Esquirol insiste en que hay que combatir sin tregua el mal, el sufrimiento y la injusticia.

			

				

				Esquirol,
Segundo inciso: podría decirse que el ser humano no es el único ser vulnerable -pasivo, afectado- sobre la faz de la Tierra, que otros seres lo son también. Defiende Esquirol que el repliegue del sentir y la herida infinita son exclusivas del ser humano: 'El sentir del gorila todavía no contiene la reflexividad-claridad, o la contiene de forma demasiado incipiente; todavía no ha traspasado el umbral, aunque la sombra de la desolación -de la intemperie- empiece a insinuarse en su mirada'.

			

				

				Esquirol,
La vulnerabilidad misma es sentido de la existencia. Lo es por mor de la de claridad que nace del repliegue del sentir y aproxima sentir y pensar, y del deseo de amparo que es en sí mismo reconocimiento de la vulnerabilidad propia y ajena. 'El sentido de la existencia es la intención de claridad y de cobijo.
Mientras el repliegue es reflexividad involuntaria, el pensamiento es reflexividad voluntaria:

			

				

				
En cualquier caso, Esquirol pone el foco en el sujeto más que en el predicado: en el pensamiento como en el amor lo importante es ese
Amor y pensamiento son infinitivos de la vida, son la vida misma. Hacen la vida más viva, la intensifican. En ellos enraíza el abrazo de la vida y la altura del repliegue del sentir. Y aunque está claro que la muerte ganará en algún momento, no lo está tanto que esa sea una victoria inequívoca y definitiva.

			

				

				
Como se vio en el inicio del artículo, el
Esquirol recupera la idea clásica de la medicina como cuidado del cuerpo y la filosofía como cuidado del alma:

			

				

				Esquirol,
Mirada médica como mirada filosófica, ambas como mirada atenta -esencia del respeto-. Cuidado de sí capaz de acoger la vulnerabilidad de la vida humana en la intemperie de las afueras. Mirada que sabe comprender que lo más humano de lo humano radica en el repliegue del sentir, en la herida infinita y en el cuidado que se les da, y que el sufrimiento de cada cual está vinculado con el ir ganando altura -que es profundidad- en el repliegue y en la herida.

			Por eso la degeneración de la medicina es considerarlo todo como enfermedades que hay que curar, patologizar ese padecimiento que es fruto de la complejidad misma de la vida, de la pasión y afección en que radica el núcleo de lo humano. Ante eso, la propuesta de Esquirol es una comprensión de la condición humana más sensata, más acorde con nuestra situación inevitablemente precaria. Eso implica asumir que la angustia, la incertidumbre o el dolor por la pérdida muestran nuestra esencia abierta y vulnerable, pasiva y afectada. Del mismo modo, cuidar de alguien no presupone su enfermedad, ni tampoco muestra sólo una dependencia mutua que podría quedar en simple reciprocidad utilitaria. El cuidado evidencia la alteridad que nos toca y nos constituye en lo más hondo y la responsabilidad ineludible que ésta supone -cosa que suele ser así incluso cuando la mercantilización de los cuidados y sus cadenas globales los distorsionan y afloran severos conflictos-.

			En definitiva, y como afirma Esquirol, aunque haya remedios para algunas dolencias, la vida como tal no tiene remedio: solo queda asumir la vulnerabilidad y pensar la vida de acuerdo con la gravedad de la herida. Que el pensamiento, que ya es acción, se curve sobre la herida y ofrezca un poco más de sentido, un poco más de amparo, un poco más de vida. Pensar, siempre, desde lo concreto y situado de nuestra vida para ser capaces de acoger y acompañar el propio repliegue y la propia herida -que es herida con los otros-. Pensamiento que, en tanto atiende a nuestra vulnerabilidad, es cuidado del alma. La filosofía de la proximidad es un pensar capaz de proporcionar cobijo, 'al servicio del actuar y del orientarse'.

			

				

				Esquirol,
La vulnerabilidad constituye lo más humano de lo humano en la filosofía de la proximidad de Esquirol. A partir de la apertura infinita a la alteridad, la vulnerabilidad, además de esencial, deviene sobre todo sentido concreto de la acción y de la vida misma. El acompañamiento atento a ese ganar infinitamente altura en el repliegue y hondura en la herida es, a la vez, arraigo y concreción y hace de resistencia y amparo, o de generación y bondad, gestos humanos fundamentales con hondas derivas éticas y políticas.
Pensar y amar como acciones que intensifican la vida y la orientan, paradigmas de lo concreto. Pensamiento claro y amor hospitalario, nacidos de la sensibilidad más honda -de lo más hondo del alma- de donde afloran la mirada médica y la filosófica como un mismo modo de acoger la vulnerabilidad humana, con tacto y dulzura. Propuesta ética en que el cuidado de sí es juntura de resistencia y amparo, con los otros y en el mundo.

		Arendt, Hannah. , trad. Ramón Gil Novales. Barcelona: Paidós, 2005.
Arendt, Hannah. “The Great Tradition II. Ruling and Being Ruled”, 74, núm. 4 (2007): 941-954
Arendt, Hannah. , ed. Ursula Ludz e Ingeborg Nordmann, trad. Raúl Gabás. Barcelona: Herder, 2006.
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Esquirol Calaf, Josep Maria. “El concepto aristotélico de en la filosofía contemporánea”, en . Barcelona: EUB, 1996.
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Esquirol Calaf, Josep Maria . . Barcelona: Acantilado, 2015 [ (Barcelona: Quaderns Crema, 2015)].
Esquirol Calaf, Josep Maria . . Barcelona: Quaderns Crema, 2018 [. Barcelona: Acantilado , 2018].
Esquirol Calaf, Josep Maria . . Barcelona: Acantilado , 2021 [. Barcelona: Quaderns Crema , 2021].
Le Guin, Ursula K. , trad. Matilde Horne. Barcelona: Minotauro, 2006.
Este artículo se ha desarrollado en el marco del Proyecto del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades: La mirada filosófica como mirada médica (PGC2018-094253-B-I00) Agradezco los comentarios de quienes han leído versiones anteriores.

			

					Esquirol Calaf, Josep Maria . . Barcelona: Gedisa , 2011.Josep Maria Esquirol,

					Esquirol Calaf, Josep Maria . . Barcelona: Acantilado, 2015 [ (Barcelona: Quaderns Crema, 2015)].Josep Maria Esquirol,

					Esquirol Calaf, Josep Maria . . Barcelona: Gedisa, 2006.Josep Maria Esquirol,

					Esquirol Calaf, Josep Maria . . Madrid: Paidós, 2009.Josep Maria Esquirol,
Josep Maria Esquirol,

					Esquirol Calaf, Josep Maria . . Barcelona: Acantilado , 2021 [. Barcelona: Quaderns Crema , 2021].Josep Maria Esquirol,
Esquirol,
El título del último libro de Esquirol responde, precisamente, al
Esquirol,
Esquirol,

					Arendt, Hannah. , ed. Ursula Ludz e Ingeborg Nordmann, trad. Raúl Gabás. Barcelona: Herder, 2006.Hannah Arendt,

					Arendt, Hannah. , trad. Ramón Gil Novales. Barcelona: Paidós, 2005. Hannah Arendt,

					Arendt, Hannah. “The Great Tradition II. Ruling and Being Ruled”, 74, núm. 4 (2007): 941-954Hannah Arendt, 'The Great Tradition II. Ruling and Being Ruled',
Arendt,
Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, 23a edición [versión 23.4 en línea]. Acceso el 6/6/2021, https://dle.rae.es.

			Esquirol,

					Esquirol Calaf, Josep Maria . “La primera palabra, o la esencia del lenguaje como amparo”, , 31/1 (2012): 103-120.Esquirol, 'La primera palabra, o la esencia del lenguaje como amparo',

					Butler, Judith. , trad. Fermín Rodríguez. Buenos Aires: Paidós, 2006.Judith Butler,
Esquirol,
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Emmanuel Lévinas,
Esquirol,
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Esquirol,
Esquirol,

					Le Guin, Ursula K. , trad. Matilde Horne. Barcelona: Minotauro, 2006.Ursula K. Le Guin, 'Las tumbas de Atuan', en
Ursula K. Le Guin, 'La costa más lejana', en
Esa concreción es deliberada. Esquirol parte de lo situado y específico: 'la finitud tiene que ver con la concreción y la experiencia de situaciones siempre singulares. La técnica, en cambio, participa de procesos de abstracción. Y no habiendo problema alguno inherente a la abstracción considerada en sí misma, sí lo hay cuando la abstracción se absolutiza y pierde la conexión con su punto de partida' (en Esquirol, Los filósofos contemporáneos y la técnica, 198). En La penúltima bondad, bajo el subtítulo 'Sencillez y profundidad', Esquirol escribe sobre la definición del adjetivo verde en el Diccionario de la lengua española de la RAE: 'La primera acepción dice así: 'de color semejante al de la hierba fresca'. Y no es ninguna metáfora. Casi nadie se la esperaba, cuando, sin embargo, es la definición más sencilla, la más evidente y la más esencial. […] Cualquier definición 'científica' será secundaria respecto a la primera aproximación experiencial al mundo de la vida' (en Esquirol, La penúltima bondad, 17).

			Esquirol,
Esquirol,
Esquirol busca la juntura, la articulación. No la polarización ni la yuxtaposición, sino el hilvanado de los antagonismos y los límites capaz de generar. No se ve bien ni en la deslumbrante luz de un mediodía de verano ni en la oscuridad de una noche encapotada; se ve mejor en la tibia claridad del alba o en la suave penumbra del anochecer. 'La luz excesiva se lo traga todo, al igual que la oscuridad. Hay muy poca diferencia entre el blanco y el negro. Sendos dominios son insufribles' (en Esquirol,
Esquirol,
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Esquirol,
Esquirol,
Le Guin, 'La costa más lejana', 586.

			Esquirol,
En ellos, la extrema sensibilidad del poeta escogió «herida» para evocar precisamente las experiencias de la vida, el amor y la muerte. Véase Esquirol,
Esquirol,
Esquirol,
Real Academia Española,
Esquirol,
En El respeto o la mirada atenta, Esquirol vinculaba la capacidad de asombrarse con la de prestar atención, de modo que 'la admiración y el asombro mueven a la atención, a la reflexión y al conocimiento. […] Quien no se admira, ya no conoce más' (Esquirol, El respeto o la mirada atenta, 88; véase también, 85 y ss.) A ese asombro, le contrapone el del mundo según lo revela la tecnociencia: 'un mundo desencantado y manipulable, que vienen a ser las dos caras de lo mismo. […] un mundo menos enigmático, menos temible, menos misterioso, menos propenso a la imaginación y a las fábulas y más de raciocionio y de exploración científica' (Esquirol, El respeto o la mirada atenta, 47.)

			Esquirol,
Esquirol,
Real Academia Española,
Esquirol,
Esquirol,
Aunque la distinción es bastante más compleja, se puede decir que
Esquirol,

					Arendt, Hannah. “Los huevos rompen a hablar” en , 393-412, trad. Roberto Ramos Fontecoba. Barcelona: Página indómita, 2018.Arendt, 'Los huevos rompen a hablar', en
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Andréi Platónov
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